Ayer fue celebrado el Día Nacional de la Antártica, fecha instaurada en 1965, en homenaje a la decisión tomada en 1940 por el Presidente Pedro Aguirre Cerda para fijar los límites de Chile en el extremo austral. Gracias a esa disposición, hoy ese territorio pertenece administrativamente a región de Magallanes y abarca la provincia Antártica Chilena, con capital en Puerto Williams, conformada a su vez por las comunas de la Antártica y Navarino.
Estos hitos fueron reconocidos en el Tratado Antártico firmado por doce países en 1959, el cual también obliga a preservar la zona para la paz y la investigación científica.
El cumplimiento de ese último punto es el que liga a la Antártica fuertemente con la región de Los Ríos. La Universidad Austral de Chile y el Centro de Estudios Científicos, Cecs, realizan desde Valdivia la mayor cantidad de estudios nacionales sobre esa zona, sus ecosistemas y las amenazas que existen hoy sobre ella, debido al cambio climático, que provoca derretimiento progresivo de hielos.
La Uach tiene una historia de más de 40 años dedicada a este tema, generando proyectos de indagación y difusión científica. Un ejemplo es el dedicado a las Algas Antárticas, encabezado por el profesor Iván Gómez, que finalizó hace pocos meses, generó un libro y hasta una plataforma interactiva, con animaciones y juegos para niños, desde la cual en noviembre se invita a los escolares del país a descubrir el continente blanco.
Además, la Universidad ha puesto en marcha el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), dirigido por el doctor Humberto González y financiado con fondos Conicyt, el cual cuenta con la participación de más de 30 científicos, tanto en la región como en Punta Arenas.
Claramente, este vínculo con la Antártica plantea grandes desafíos: por una parte contribuir a multiplicar el conocimiento que existe sobre esa zona a nivel internacional; y, por otra, aportar a la valoración comunitaria de ella, pues debido a su ubicación geográfica parece lejana y, por lo mismo, aún no ha sido debidamente dimensionada su importancia clave para el futuro de la Humanidad.